Medios universitarios y territorio

Por Agustina Rodríguez Saá
Abogada y Magister en Derecho Administrativo
Rectora de la Universidad Nacional de los Comechingones

Si analizamos la importancia de los medios universitarios en su vinculación con el territorio, una de las primeras consideraciones que debemos hacer es que la comunicación en manos de medios públicos abre y diversifica los ámbitos para que emerjan nuevas voces. Esto es de particular importancia en un contexto en el que la comunicación está principalmente en manos de los medios privados concentrados que ejerce un centralismo absoluto y responde a intereses particulares o corporativos.

Incontables académicos e investigadores del campo de la comunicación en Argentina coinciden en que los grandes medios son capaces de ocultar hechos trascendentes y dar jerarquía a hechos por completo banales; también son capaces de acallar voces disidentes y manipular información relevante para la vida democrática. Los ejemplos abundan.

Estos grandes medios tienen la potencialidad de ocluir los debates fundamentales, que son los debates que podrían definir una sociedad más justa, igualitaria y equitativa.

Hay, por cierto, una proliferación cada vez más evidente de propaganda en detrimento de la información clave y necesaria para el desarrollo de la vida ciudadana.

En este sentido, el filósofo Nicolás Casullo nos ha explicado que los medios concentrados operan como una fuerza partidaria capaz de imponer agenda y disputar la construcción de sentido.

Para más complejidad, la pandemia de Covid-19 -que aún atravesamos- configuró un escenario preocupante de proliferación de noticias falsas, con la irrupción permanente de opiniones o interpretaciones irresponsables. Los efectos a largo plazo de estas operaciones comunicacionales son todavía desconocidos.

Enfrentamos una polución informativa que sepulta la información relevante bajo una avalancha de temas banales o carentes de trascendencia.

Además, los conflictos políticos e ideológicos también han consolidado sesgos en la comunicación y la desinformación gana cada vez más terreno.

Sin dudas, entre los grandes desafíos que afrontamos podemos incluir la circulación de esas noticias falsas y la predominancia de estos sesgos que influyen en forma transversal a empresas periodísticas, periodistas y a las mismas audiencias, que muchas veces sólo quieren interpretaciones de la realidad que confirmen sus prejuicios o posturas previas.

Los medios universitarios constituyen, entonces, una alternativa capaz de abordar la diversidad de los problemas sociales y los aspectos culturales que escapan a la cobertura de los medios llamados hegemónicos. 

Cuentan con una voz propia y una mirada crítica la realidad de su enclave territorial: sus barrios, ciudades, regiones. Muchas veces, son los únicos capaces de hacerlo.

Entendemos la comunicación como un derecho humano, al igual que la educación y el acceso a la información. Las universidades, en tanto entidades que comunican, también tienen el derecho y el deber de comunicar.

Por otra parte, sabemos que las universidades no sólo son un espacio de formación, sino también un lugar de producción de conocimientos. Por lo tanto, los medios universitarios también están comprometidos en la distribución social de ese conocimiento.
Sin dudas, debemos seguir trabajando para la democratización plena de los discursos. Tenemos que ser plurales y todas las voces posibles. Los medios públicos universitarios son, en este sentido, un límite para la construcción de discursos únicos y cerrados. 
De esta manera, vamos a trabajar también ser una alternativa a las visiones impuestas por los grandes grupos, empresas o emporios comunicacionales que desvían el interés general. 
Sin dudas, nuestro sistema universitario, con su vasta extensión territorial, está en condiciones de ser una alternativa a un centralismo informativo que es consecuencia de un centralismo político, económico y cultural. 
En esta última fase de expansión del sistema universitario argentino hemos llegado a los rincones más profundos del país. La universidad que represento tiene su sede en Villa de Merlo, al norte de la capital de San Luis, en el límite con Traslasierra en la provincia de Córdoba. Como nuestra universidad, muchas otras llegan a lo que llamamos el interior del interior. 

Debemos insistir además en un análisis crítico del ejercicio periodístico, pero hay una reflexión que también nos apremia: las condiciones en que ejercen su trabajo las y los periodistas. Muchos de ellos padecen situaciones precarias y conviven con la inestabilidad. 
Hoy nos toca vivir en un tiempo inédito: las denominadas redes sociales amplifican o acallan voces, aun cuando pueden ser una alternativa de difusión para medios hiperlocales. Esas redes concentran también el lucro, porque vivimos una época en la que resulta más rentable la distribución que la producción de contenidos. 
Esas redes han traído una corriente de prácticas periodísticas que están reducidas a la mera interacción con una pantalla, lo que provoca una 

desconexión con la vida real y concreta en nuestras comunidades y territorios. El imperio de los datos sacados de un contexto específico puede ser también una de las formas de la desinformación. 

Por otro lado, las carreras de comunicación, y el sistema universitario en su totalidad, están en condiciones de ser el soporte para la experimentación de nuevas formas narrativas, porque estamos obligadas a comunicar más y mejor y propiciar nuevas prácticas comunicativas al interior de nuestras sociedades.

Como sabemos, la información que producimos es un bien público y pertenece a la comunidad.  

Por estas razones, aporte interesante que podrían realizar las universidades es la promoción de una distribución más justa y equitativa no sólo de la información sino también de los recursos disponibles para producirla.   

Sin dudas, podemos y debemos actualizar nuestros viejos esquemas comunicativos. En algunos casos, mantenemos prácticas del siglo pasado, mientras vivimos en un mundo que cambió por completo. 
Las universidades permiten experimentar, por lo que podemos también convertir la comunicación en un laboratorio de ideas, haciéndonos cargo de la mutación cultural de las y los chicos en sus territorios.
Los medios universitarios tienen también aquí un rol preponderante.

Siempre habrá formas de comunicación alternativas. Las universidades estamos en condiciones ser más atrayentes a la hora de comunicar, pero únicamente lo haremos si nos abrimos a la experimentación y la constitución de nuevas formas y plataformas narrativas. Por supuesto, siempre en vinculación con nuestros territorios.

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