Entrevista a Mariela Velázquez
Pasantías UPEMPLEO – Dueña de la posada «Como entonces»
Mariela Velázquez es propietaria de la posada “Como entonces” de Uribelarrea. A pesar de no haber estudiado Turismo en la UPE, decidió abrirles las puertas a estudiantes pasantes de esta Universidad para compartir sus conocimientos y recibir nuevas miradas sobre su negocio.
Mariela Velázquez es mi nombre. Yo tengo una posada en Uribelarrea.
No me gusta llamarla “empresa” porque siento que me queda enorme. Y además la palabra empresa es como que te deja lejos de la gente, como “mi empresa” (Hace gestos refiriendo a algo grande). Yo le sigo diciendo emprendimiento aunque hace seis años que abrí. Este año van a ser siete. Yo estaba cursando la Universidad de Lanús la Licenciatura en Turismo y en una de las materias se hablaba del proyecto final.
Y me acuerdo de una frase que dijo un profesor: “Por favor, no vayan todos a hacerme las cabañas en Tandil o el chiringuito en la playa. Separen dónde quieren vivir, de aquello que les va a dar rentabilidad, o que pueden hacer sus negocios o lo que van a presentar”. Y yo venía seguido a Uribelarrea, me gustaba mucho y siempre me quise quedar y no había lugar. Entonces es como “el huevo o la gallina”. Uno dice “No es rentable, por eso nadie puso un hotel acá” o “¿Nadie se acordó?, ¿Nadie se dio cuenta antes?”.
Entonces, bueno, empecé a hacer un proyecto en base a eso, hacer un hotel en Uribelarrea. Como te piden datos reales, empecé a buscar una casa, la refaccionamos porque es una casona antigua y la verdad que me concentré tanto en el proyecto que de hecho no me recibí todavía, ¡es increíble! Hace dos años presenté la tesis, que me faltaba redondearla y ponerle números -esa siempre fue mi pata débil- y ahora me falta una pavada para terminarlo. Pero bueno, la realidad es que arranqué con el proyecto y ya hace seis años abrimos el hotel. Digo abrimos en realidad porque está mi mamá y yo. Mi mamá puso más bien plata y yo puse tiempo, dedicación, y ahora ya me quedé dedicada a eso.

La 1° experiencia junto a la Universidad
A la UPE llego por Marcelo Di Giácomo, que da clases ahí. Él en un momento plantea que la Universidad quiere hacer pasantías. A nosotros lo que nos pasaba es que tenemos un inconveniente bastante grande con el tema de conseguir gente para trabajar porque Uribelarrea, de por sí, es un pueblito que tiene una cantidad de gente limitada y todos trabajamos los fines de semana. Entonces todo el mundo requiere la gente el mismo día:
sábados, domingos y feriados. Y no todo el mundo se dedica al turismo. Entonces tenés mano de obra bastante poco calificada. Así que bueno, él se puso en contacto y un verano hicimos pasantías. Vinieron chicas de la universidad y nos sirvió un montón porque durante esa época se requiere más gente para trabajar y es donde se complica más. Así vinieron durante el verano y una de las chicas, Virginia, se quedó trabajando un año después.
Yo solo tuve el contacto de la pasantía pero estuvieron buenísimas de todo punto de vista. Vinieron tres chicas. Una estaba terminando la carrera y otra estaba arrancando. Y la verdad es que, quien mejor estuvo, es la que estaba arrancando, porque a veces hay una diferencia grande entre lo que uno estudia y lo que después implica trabajar.

El año pasado me contactaron para hacer un trabajo y me lo mandó Alejandra Paulette (Investigación UPE) hace poquito para que lo pudiera ver. Y estaba muy bueno porque hay otra mirada nueva sobre tu emprendimiento. Cuando uno lleva seis años es como que no lo encontrás nada para cambiar, o te resulta difícil, o a las cosas en las que te equivocas son siempre las mismas. Y ahí te quedas. Obviamente el inconveniente que igual tuvimos, y que seguimos teniendo, es que Uribelarrea está en el medio de la nada. Entonces tenés 20 km. a Cañuelas, 20 km. a Lobos, 50 a Ezeiza. Y claro, a la gente no le reditúa a veces económicamente ir y volver a su casa para ir a trabajar a Uribe. Tengo ahora un chico de Monte, pero que se queda a dormir.
Durante las pasantías, las chicas iban y venían. Una de ellas tenía familiares en Uribelarrea asique a veces tenía la posibilidad de quedarse a dormir, y la otra, que era de Ezeiza, iba y venía. Esa es la parte más difícil, la organizativa. Uno empieza “Bueno, sí, te ponés un hotel, contratás gente, …” La gente es lo más difícil, porque no es “Yo ofrezco y que el otro haga lo que pueda”. Tiene que ser rentable para los dos y a veces eso implica, si estás en un lugar medio despoblado, pagar más. Y uno siente que está poniendo plata pero el otro siente que no es económicamente rentable.
A pocos pasos de finalizar sus estudios, Mariela no romantiza la decisión de crear el negocio propio y habla sin reserva sobre la profesión, los obstáculos y los riesgos que esto implica
La verdad que yo siento que esta experiencia de pasantías es ganancia para las dos partes. También por un tema de que es difícil durante el verano tener gente legalmente, porque cuando vos haces cosas contratas a alguien, le hacés el contrato, todo. Pero para nosotros es un riesgo grande porque tenerlo por un mes, bueno. Pero ya si son tres meses, corres el riesgo de que se vea como que estás contratando gente y después los echas. A veces eso genera algo feo. Encima uno requiere un montón de personas y si no lo hacés así, como que estás como siempre al borde de lo ilegal.
Yo siempre la pienso en el tema de dormir tranquila, porque el mayor riesgo que tenemos siempre todas las Pymes o los emprendimientos chiquitos, es que, por ejemplo, hay una inspección y encuentran a dos personas trabajando que justo vinieron el primer día o que hace apenas una hace una semana que están y los tenés en negro, y te cuentan como si tuvieran un año. Y ahí tenés que pagar un montón. Es un costo que uno no está pensando en pagar en ese momento. En cambio, en la pasantía vienen con un contrato, es legal, ya tenés un respaldo que está muy bueno y además tenés la posibilidad, como no se da nunca, de probar gente. Y por ahí, como en el caso de Virginia, me gustó como trabajaba, justo renunció quien era encargada y le ofrecí quedarse. Y fue así, más relajado y descontracturado. Yo creo que depende mucho de cada alumno y de cada persona qué es lo que les brinda el lugar de la pasantía.
A mí me gusta asique más preguntan, más les doy. Uno no quiere matarlos con información, pero me pasó por ejemplo con una conocida que me dijo “Mirá, me quiero poner un hotel, qué tengo que hacer?” Uf! Uno en la Universidad lo va viendo por pedazos pero después tenés que ir al monotributo, etc, etc. Yo, por ejemplo, sobre esa cuestión impositiva no sabía nada y me fui embarrando en la cancha hasta que encontré cómo hacerlo. Pero bueno, vas y mandás notas en AFIP, te das de alta en Booking, cómo se manejan, qué precios, cómo manejar las reservas, qué pasa si te reservan y también tenés una habitación en Booking, cómo manejas el overbooking, cómo respondés a la gente cuando te preguntan, qué cosas te preguntan cuándo te llaman, qué cosas son importantes…
O sea, el turismo lo que tiene es que uno lo vende antes de llegar, es un servicio. La realidad es que vos lo vendés y el otro no ve. Vos tenés que tentarlo, “vas a venir a este lugar”, “así lo vas a vivir”. Y tenés que hacerlo sin exagerar, porque algo que también hago cuando se van es una encuesta, donde les pregunto si lo que encontraron era igual a lo que pensaban que iban a encontrar, si las fotos son las ven reales, etc. Poca gente me dice que no, pero en general lo que intento es que la gente que venga a buscar lo que tengo yo, porque si vos le vendés que tenés una estancia y llegan ahí y ven que el terreno es chico, entonces no me sirve.
Bueno, todas esas cosas son información que se ve mucho en la cancha y que la universidad no lo puede dar tampoco. Es recién en la práctica donde podés unir. Encima cuando yo abrí, era el primer hotel y entre semana no había ningún restaurante. Entonces tuve que poner restaurant. La verdad es que no quería meterme en ese lío, pero bueno, dije ya está. Y entonces las chicas, que venían pensando, “bueno, turismo, yo atiendo al público y me siento acá y nada más” de repente se encontraron pelando cebolla, teniendo que hacer una ensalada, cosas que no tienen que ver directamente con el turismo, pero que en realidad sí. No es un organigrama como cuando llegas al Sheraton, que te recibe una recepcionista que es recepcionista y nada más. Acá, de repente, soy recepcionista, de repente estás haciendo una cama, de repente estás limpiando, y de repente es imposible tener una persona para cada cosa todo el tiempo. Contratar a una persona específica para cada tarea. es imposible. Tendría que pagarle muy poco a todos, entonces a nadie le serviría. Como que todos somos polivalentes acá, y ahí es donde digo que quizás una de las chicas andaba mejor que la otra. Fue igualmente una buena experiencia para todas las partes, porque las chicas estaban felices igual de poder aprender otras cosas.

También hace hincapié en la cercanía de la UPE para con la comunidad y la posibilidad que esto le brindó para encarar un proyecto de pasantías en conjunto:
Esta fue la primera y la única experiencia que tuve de este tipo. La verdad que yo con otras Universidades lo planteé cuando fui a rendir, justamente cuando presenté el proyecto. Les dije: “Estoy haciendo pasantías con la Universidad de Ezeiza, ¿ustedes quisieran hacerlo también?”.
Su respuesta fue “Dale, lo tenemos en cuenta”. y al final no nos contactamos, y yo tampoco insistí. Pero a veces pasa que a las universidades más grandes son más difíciles de llegar, como que depende quién con quién hables. Así que bueno, ahí quedó. Y creo que con la UPE, justamente por ser una Universidad más chica, es como el caso de una pyme.
Cuando vas a una universidad más grande, tal vez hablás con alguien y ese alguien quizás no tiene la posibilidad de resolver. Entonces la acción queda ahí. Si esa persona no le pregunta a otra y esa otra no se comunica con alguien más, es como que quedas más lejano al producto final.
Cuanta más gente haya en el medio, quedás más lejos.
En cambio acá fue sencillo. Fui a una reunión, charlé, firmamos los contratos y a los dos meses estaban viniendo las chicas.

La locura de los que se animan:
Cuando yo arranqué la gente me decía “¿Estás loca? Para qué invertir tanto en un pueblo que no va nadie?” Nadie me decía “¡Qué bueno que sos la primera!” Y hoy hay 200 camas por lo menos. Para mí estuvo bueno. Además, es difícil encontrar hoy en Argentina algún lugar de destino turístico tan cercano a capital y que esté tan poco explotado como este. Esa posibilidad de verlo me lo dio la universidad, o sea, el análisis previo del proyecto.
Y la verdad que está bueno el intercambio. Yo lo “recontra” recomendaría. Está bueno, siempre suma y además suma mucho hacerlo sobre la realidad. A mí me tocó que hice el proyecto y después lo hice real, pero es muy difícil cuando uno piensa en hacer un hotel para presentar un proyecto en la universidad para recibirte que no existe. En cambio, cuando estás haciendo un trabajo sobre algo real, además ayudás, a mí me ayuda la mirada de las chicas sobre la demanda, sobre oferta, porque lo que yo hice hace seis años cambió completamente. Entonces a mí me viene bien, porque es dedicarle mucho tiempo y con el trajín del día a día a veces no podés ver y ponerte a analizar. Al contrario, si lo hiciera, tendría que contratar a alguien que lo haga de afuera.
Sirve un montonazo. Y aparte de ello, supongo que del lado de las chicas también está bueno porque uno siente que está colaborando o que está ofreciendo algo. Y no es algo solo para presentarle a la universidad para recibirte, sino que es real. Es como una manera de tener un asidero en la realidad de todo lo que se aprende de las clases.